jueves, 26 de febrero de 2009
I.E.S. Zorrilla
Vallisoletano, era hijo de un hombre conservador y absolutista, seguidor del «pretendiente» Don Carlos V de España; que era relator de la Real Chancillería. Su madre, Nicomedes Moral, era una mujer muy piadosa. Tras varios años en Valladolid, la familia pasó por Burgos y Sevilla para al fin establecerse cuando el niño tenía nueve años en Madrid, donde el padre trabajó con gran celo como superintendente de policía y el hijo ingresó en el Seminario de Nobles, regentado por los jesuitas; allí participó en representaciones teatrales escolares.
Muerto Fernando VII, el furibundo absolutista que era el padre fue desterrado a Lerma y el hijo fue enviado a estudiar derecho a la Real Universidad de Toledo bajo la vigilancia de un pariente canónigo en cuya casa se hospedó; sin embargo el hijo se distraía en otras ocupaciones y los libros de derecho se le caían de las manos y el canónigo lo devolvió a Valladolid para que siguiera estudiando allí (1833–1836). Al llegar el díscolo hijo fue amonestado por el padre, que marchó después al pueblo de su naturaleza, Torquemada, y por Manuel Tarancón, rector de la Universidad y futuro Obispo de Córdoba.
El carácter impuesto de los estudios y su atracción por el dibujo, las mujeres (una prima de la que se enamoró durante unas vacaciones) y la literatura de autores como Walter Scott, James Fenimore Cooper, Chateaubriand, Alejandro Dumas, Victor Hugo, el Duque de Rivas o Espronceda arruinaron su futuro. El padre desistió de sacar algo de su hijo y mandó que lo llevaran a Lerma a cavar viñas; pero cuando estaba a medio camino el hijo robó una mula, huyó a Madrid (1836) y se inició en su hacer literario frecuentando los ambientes artísticos y bohemios de Madrid y pasando mucha hambre.
Se fingió un artista italiano para dibujar en el Museo de las Familias, publicó algunas poesías en El Artista y pronunció discursos revolucionarios en el Café Nuevo, de forma que terminó por ser perseguido por la policía. Se refugió en casa de un gitano. Por entonce se hizo amigo de Miguel de los Santos Álvarez y del italiano Joaquín Masard. A la muerte de Larra en 1837, José Zorrilla declama en su memoria un improvisado poema que le granjearía la profunda amistad de José de Espronceda y Juan Eugenio Hartzenbusch y a la postre le consagraría como poeta de renombre. Comenzó a escribir para los periódicos El Español, donde sustituyó al finado, y El Porvenir, empezó a frecuentar la tertulia de El Parnasillo y leyó poemas en El Liceo. Su primer drama, escrito en colaboración con García Gutiérez, fue Juan Dándolo, estrenado en julio de 1839 en el Teatro del Príncipe. En 1840 publicó sus famosísimos Cantos del trovador y estrenó tres dramas, Más vale llegar a tiempo, Vivir loco y morir más y Cada cual con su razón. En 1842 aparecen sus Vigilias de Estío y da a conocer sus obras teatrales El zapatero y el rey, El eco del torrente y Los dos virreyes.
En 1838 se casó con Florentina O'Reilly, una viuda irlandesa arruinada mucho mayor que él y con un hijo, pero el matrimonio fue infeliz; un hijo que tuvieron murió, y él tuvo varias amantes. En 1845 abandonó a su esposa y marchó a París en 1845«...donde asistió a algunos cursos en la facultad de medicina»[cita requerida]. Allí mantuvo amistad con Alejandro Dumas, Alfred de Musset, Víctor Hugo, Théophile Gautier y George Sand.
Volvió a Madrid en 1846 al morir su madre. Vendió sus obras a la casa Baudry de París, que las publicó en tres tomos en 1847. En 1849 recibió varios honores: fue hecho miembro de la junta del recién fundado Teatro Español; el Liceo organizó una sesión para exaltarle públicamente y la Real Academia lo admitió en su seno, aunque sólo tomó posesión en 1885. Pero su padre murió en ese mismo año y eso le supuso un duro golpe, porque se negó a perdonarle, dejando un gran peso en la conciencia del hijo (y considerables deudas), lo que afectó a su obra.
Huyendo de su mujer otra vez, volvió a París en 1851, donde endulzó sus penas su amante Leila, a la que se entregó apasionadamente, y viajó a Londres en 1853, donde le acompañaron sus inseparables apuros económicos, de los que le sacó el famoso relojero Losada. Después pasó once años de su vida en México, primero bajo el gobierno liberal (1854–1866) y después bajo la protección y mecenazgo del Emperador Maximiliano I, con una interrupción en 1858, año que pasó en Cuba.
Llevó en ese país una vida de aislamiento y pobreza, sin mezclarse en la guerra civil entre federalistas y unitarios. Sin embargo, cuando Maximiliano I ocupó el poder como Emperador de México (1864), Zorrilla se convirtió en poeta áulico y fue nombrado director del desaparecido Teatro Nacional.
Muerta su esposa, regresó a España en 1866, donde se enteró del fusilamiento de Maximiliano; entonces vertió en un poema todo su odio contra los liberales mexicanos así como contra quienes habían abandonado a su amigo, Napoleón III y el Papa. Esta obra es El drama de un alma. Desde entonces su fe religiosa sufrió un duro golpe. Se recuperó casándose otra vez con Juana Pacheco en 1869. Vuelven los apuros económicos, de los que no logran sacarle ni los recitales públicos de su obra, ni una comisión gubernamental en Roma (1873), ni una pensión otorgada demasiado tarde, aunque recibe la protección de algunos personajes de la alta sociedad española como los condes de Guaqui. Los honores sin embargo llovían sobre él: cronista de Valladolid (1884), coronación como poeta nacional laureado en Granada en 1889, etc. Murió en Madrid en 1893 como consecuencia de una operación efectuada para extraerle un tumor cerebral.
Muerto Fernando VII, el furibundo absolutista que era el padre fue desterrado a Lerma y el hijo fue enviado a estudiar derecho a la Real Universidad de Toledo bajo la vigilancia de un pariente canónigo en cuya casa se hospedó; sin embargo el hijo se distraía en otras ocupaciones y los libros de derecho se le caían de las manos y el canónigo lo devolvió a Valladolid para que siguiera estudiando allí (1833–1836). Al llegar el díscolo hijo fue amonestado por el padre, que marchó después al pueblo de su naturaleza, Torquemada, y por Manuel Tarancón, rector de la Universidad y futuro Obispo de Córdoba.
El carácter impuesto de los estudios y su atracción por el dibujo, las mujeres (una prima de la que se enamoró durante unas vacaciones) y la literatura de autores como Walter Scott, James Fenimore Cooper, Chateaubriand, Alejandro Dumas, Victor Hugo, el Duque de Rivas o Espronceda arruinaron su futuro. El padre desistió de sacar algo de su hijo y mandó que lo llevaran a Lerma a cavar viñas; pero cuando estaba a medio camino el hijo robó una mula, huyó a Madrid (1836) y se inició en su hacer literario frecuentando los ambientes artísticos y bohemios de Madrid y pasando mucha hambre.
Se fingió un artista italiano para dibujar en el Museo de las Familias, publicó algunas poesías en El Artista y pronunció discursos revolucionarios en el Café Nuevo, de forma que terminó por ser perseguido por la policía. Se refugió en casa de un gitano. Por entonce se hizo amigo de Miguel de los Santos Álvarez y del italiano Joaquín Masard. A la muerte de Larra en 1837, José Zorrilla declama en su memoria un improvisado poema que le granjearía la profunda amistad de José de Espronceda y Juan Eugenio Hartzenbusch y a la postre le consagraría como poeta de renombre. Comenzó a escribir para los periódicos El Español, donde sustituyó al finado, y El Porvenir, empezó a frecuentar la tertulia de El Parnasillo y leyó poemas en El Liceo. Su primer drama, escrito en colaboración con García Gutiérez, fue Juan Dándolo, estrenado en julio de 1839 en el Teatro del Príncipe. En 1840 publicó sus famosísimos Cantos del trovador y estrenó tres dramas, Más vale llegar a tiempo, Vivir loco y morir más y Cada cual con su razón. En 1842 aparecen sus Vigilias de Estío y da a conocer sus obras teatrales El zapatero y el rey, El eco del torrente y Los dos virreyes.
En 1838 se casó con Florentina O'Reilly, una viuda irlandesa arruinada mucho mayor que él y con un hijo, pero el matrimonio fue infeliz; un hijo que tuvieron murió, y él tuvo varias amantes. En 1845 abandonó a su esposa y marchó a París en 1845«...donde asistió a algunos cursos en la facultad de medicina»[cita requerida]. Allí mantuvo amistad con Alejandro Dumas, Alfred de Musset, Víctor Hugo, Théophile Gautier y George Sand.
Volvió a Madrid en 1846 al morir su madre. Vendió sus obras a la casa Baudry de París, que las publicó en tres tomos en 1847. En 1849 recibió varios honores: fue hecho miembro de la junta del recién fundado Teatro Español; el Liceo organizó una sesión para exaltarle públicamente y la Real Academia lo admitió en su seno, aunque sólo tomó posesión en 1885. Pero su padre murió en ese mismo año y eso le supuso un duro golpe, porque se negó a perdonarle, dejando un gran peso en la conciencia del hijo (y considerables deudas), lo que afectó a su obra.
Huyendo de su mujer otra vez, volvió a París en 1851, donde endulzó sus penas su amante Leila, a la que se entregó apasionadamente, y viajó a Londres en 1853, donde le acompañaron sus inseparables apuros económicos, de los que le sacó el famoso relojero Losada. Después pasó once años de su vida en México, primero bajo el gobierno liberal (1854–1866) y después bajo la protección y mecenazgo del Emperador Maximiliano I, con una interrupción en 1858, año que pasó en Cuba.
Llevó en ese país una vida de aislamiento y pobreza, sin mezclarse en la guerra civil entre federalistas y unitarios. Sin embargo, cuando Maximiliano I ocupó el poder como Emperador de México (1864), Zorrilla se convirtió en poeta áulico y fue nombrado director del desaparecido Teatro Nacional.
Muerta su esposa, regresó a España en 1866, donde se enteró del fusilamiento de Maximiliano; entonces vertió en un poema todo su odio contra los liberales mexicanos así como contra quienes habían abandonado a su amigo, Napoleón III y el Papa. Esta obra es El drama de un alma. Desde entonces su fe religiosa sufrió un duro golpe. Se recuperó casándose otra vez con Juana Pacheco en 1869. Vuelven los apuros económicos, de los que no logran sacarle ni los recitales públicos de su obra, ni una comisión gubernamental en Roma (1873), ni una pensión otorgada demasiado tarde, aunque recibe la protección de algunos personajes de la alta sociedad española como los condes de Guaqui. Los honores sin embargo llovían sobre él: cronista de Valladolid (1884), coronación como poeta nacional laureado en Granada en 1889, etc. Murió en Madrid en 1893 como consecuencia de una operación efectuada para extraerle un tumor cerebral.
Crepúsculo
Crepúsculo (Twilight) es una novela romántica de vampiros dirigida al público adolescente. Fue escrita por Stephenie Meyer y publicada en 2005. Es la primera parte de una serie de cuatro libros, de la que están publicados, además de Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse, y Amanecer. Sol de medianoche es un proyecto aparte, sin finalizar, en el que Stephenie lleva trabajando desde hace tiempo. Según ella, es la misma historia que ya conocemos pero desde el punto de vista de Edward, en lugar del de Bella como en los otros libros. Se ha anunciado su publicación en el 2010
La protagonista de la historia es Bella Swan, una joven de diecisiete años que se muda a Forks, Washington, después de que su madre se vuelve a casar con Phil, jugador de béisbol, su nuevo padrastro; y debido al trabajo de éste viaja constantemente, por lo cual Bella decide vivir con Charlie, su padre, para que así su madre pueda viajar al lado de Phil.
En el colegio conoce a Eric, Mike, Tayler, Jessica, y Angela, que se convierten en sus nuevos amigos.
En su primer día de clases Bella ve a cinco estudiantes que le llaman la atención por su belleza y su palidez. Se sientan alejados de todo el mundo, no tienen apenas relación con el resto de estudiantes. Son los hermanos Cullen: Edward, Emmett, Jasper, Alice y Rosalie. En realidad no son hermanos biológicos, sino que todos fueron adoptados por el doctor Carlisle Cullen y su esposa, Esme Cullen.
Entre ellos, Edward es quien capta rápidamente la atención de Bella. Su atención va en aumento, hasta alcanzar su máximo punto cuando descubre que Edward posee una gran fuerza y velocidad, ya que cuando Bella está a punto de morir aplastada por un coche, conducido por Tyler, Edward le salva la vida apareciendo junto a ella muy rápido y parando el coche con la mano, siendo que este estaba en su coche a varios metros de distancia. Esto la lleva a sospechar de Edward, ya que ella no puede creer que alguien “humano” puede ser capaz de hacer algo como ello.
Un día sus amigos la invitan a la playa de La Push, y ésta decide ir, en la playa, Bella conoce un poco más a Jacob Black ,el hijo del mejor amigo de su padre. Pero cuando menciona que Edward no pudo ir con ella; Sam, amigo de Jacob, dice que los Cullen no iban para la zona de La Push, y Bella quedó muy interesada, porque le pareció que Sam dijo que los Cullen tenían "prohibido" el ingreso a La Push. Por esto decide persuadir a Jacob para que le cuenta la historia. Bella queda intrigada, ya que Jacob le cuenta una leyenda acerca de "los fríos" donde los Cullen habían sido los mismos vampiros que firmaron un tratado con su tatarabuelo, hacía más de 50 años.
Finalmente, uniendo todos sus indicios: fuerza sobrenatural, rapidez, el hecho de que no se exponían al sol. Bella concluye de que Edward es un vampiro.
Entre ellos surge un romance dificultoso ya que Edward es un peligro para Bella, pero él no quiere apartarse de ella y ella tampoco se quiere alejar de él, ya que su amor es más fuerte que el deseo de Edward de saciar su sed y morderla para beber su sangre, que para él era mucho más atrayente que cualquier otra cosa en todo el mundo.
Edward invita a Bella a conocer a su familia, y también a ir a ver cómo juegan al béisbol, juego que disfrutan en especial cuando hay tormenta, pero mientras están jugando aparecen tres vampiros: James, Laurent y Victoria. James es un rastreador, la caza es su obsesión y decide ir a caza por Bella, pese de la defensa entablada por Carlisle y Edward.
Edward trata de protegerla escondiéndola y toda su familia trata de ahuyentar al cazador. Bella vuelve a Phoenix huyendo y haciendo creer a su padre que no quiere pasar el resto de su vida en un pueblo como Forks. Es así como Bella parte en un coche con Jasper y Alice, mientras Edward se queda en Forks para no levantar sospechas. James acaba encontrándolos y engaña a Bella para que vaya a una escuela de ballet a la que fue durante su niñez. La amenaza con matar a su madre, haciéndole creer que la ha raptado, si no se reúne con él a solas.
Bella se escapa de quienes le protegen, arriesgando la vida por su madre y se encuentra que todo ha sido un engaño. Está a solas con James y él pretende matarla. Empieza a golpearla y llega a morderle en la muñeca. Llega un punto en que queda inconsciente y sueña que hay un ángel a su alrededor, cuando en realidad es Edward, que ha llegado a la escena con su familia. El doctor Cullen empieza a curar a Bella y Edward se ve obligado a sacarle la ponzoña de su cuerpo para que ella no se convierta en vampiro.
Bella despierta días después en un hospital acompañada por su madre y Edward. Este último le dice que deberían permanecer alejados el uno del otro porque es peligroso para ella, pero ninguno de los dos puede estar sin el otro.
Al final del libro, Edward lleva a Bella al baile de fin de curso y allí discuten sobre la inmortalidad de la joven.
La protagonista de la historia es Bella Swan, una joven de diecisiete años que se muda a Forks, Washington, después de que su madre se vuelve a casar con Phil, jugador de béisbol, su nuevo padrastro; y debido al trabajo de éste viaja constantemente, por lo cual Bella decide vivir con Charlie, su padre, para que así su madre pueda viajar al lado de Phil.
En el colegio conoce a Eric, Mike, Tayler, Jessica, y Angela, que se convierten en sus nuevos amigos.
En su primer día de clases Bella ve a cinco estudiantes que le llaman la atención por su belleza y su palidez. Se sientan alejados de todo el mundo, no tienen apenas relación con el resto de estudiantes. Son los hermanos Cullen: Edward, Emmett, Jasper, Alice y Rosalie. En realidad no son hermanos biológicos, sino que todos fueron adoptados por el doctor Carlisle Cullen y su esposa, Esme Cullen.
Entre ellos, Edward es quien capta rápidamente la atención de Bella. Su atención va en aumento, hasta alcanzar su máximo punto cuando descubre que Edward posee una gran fuerza y velocidad, ya que cuando Bella está a punto de morir aplastada por un coche, conducido por Tyler, Edward le salva la vida apareciendo junto a ella muy rápido y parando el coche con la mano, siendo que este estaba en su coche a varios metros de distancia. Esto la lleva a sospechar de Edward, ya que ella no puede creer que alguien “humano” puede ser capaz de hacer algo como ello.
Un día sus amigos la invitan a la playa de La Push, y ésta decide ir, en la playa, Bella conoce un poco más a Jacob Black ,el hijo del mejor amigo de su padre. Pero cuando menciona que Edward no pudo ir con ella; Sam, amigo de Jacob, dice que los Cullen no iban para la zona de La Push, y Bella quedó muy interesada, porque le pareció que Sam dijo que los Cullen tenían "prohibido" el ingreso a La Push. Por esto decide persuadir a Jacob para que le cuenta la historia. Bella queda intrigada, ya que Jacob le cuenta una leyenda acerca de "los fríos" donde los Cullen habían sido los mismos vampiros que firmaron un tratado con su tatarabuelo, hacía más de 50 años.
Finalmente, uniendo todos sus indicios: fuerza sobrenatural, rapidez, el hecho de que no se exponían al sol. Bella concluye de que Edward es un vampiro.
Entre ellos surge un romance dificultoso ya que Edward es un peligro para Bella, pero él no quiere apartarse de ella y ella tampoco se quiere alejar de él, ya que su amor es más fuerte que el deseo de Edward de saciar su sed y morderla para beber su sangre, que para él era mucho más atrayente que cualquier otra cosa en todo el mundo.
Edward invita a Bella a conocer a su familia, y también a ir a ver cómo juegan al béisbol, juego que disfrutan en especial cuando hay tormenta, pero mientras están jugando aparecen tres vampiros: James, Laurent y Victoria. James es un rastreador, la caza es su obsesión y decide ir a caza por Bella, pese de la defensa entablada por Carlisle y Edward.
Edward trata de protegerla escondiéndola y toda su familia trata de ahuyentar al cazador. Bella vuelve a Phoenix huyendo y haciendo creer a su padre que no quiere pasar el resto de su vida en un pueblo como Forks. Es así como Bella parte en un coche con Jasper y Alice, mientras Edward se queda en Forks para no levantar sospechas. James acaba encontrándolos y engaña a Bella para que vaya a una escuela de ballet a la que fue durante su niñez. La amenaza con matar a su madre, haciéndole creer que la ha raptado, si no se reúne con él a solas.
Bella se escapa de quienes le protegen, arriesgando la vida por su madre y se encuentra que todo ha sido un engaño. Está a solas con James y él pretende matarla. Empieza a golpearla y llega a morderle en la muñeca. Llega un punto en que queda inconsciente y sueña que hay un ángel a su alrededor, cuando en realidad es Edward, que ha llegado a la escena con su familia. El doctor Cullen empieza a curar a Bella y Edward se ve obligado a sacarle la ponzoña de su cuerpo para que ella no se convierta en vampiro.
Bella despierta días después en un hospital acompañada por su madre y Edward. Este último le dice que deberían permanecer alejados el uno del otro porque es peligroso para ella, pero ninguno de los dos puede estar sin el otro.
Al final del libro, Edward lleva a Bella al baile de fin de curso y allí discuten sobre la inmortalidad de la joven.
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